La caída del agua
El sonido del arroyo me ha acompañado desde que nací.
Por que por mi casa pasa un riachuelo llamado Matute.
Hay unos lagartos muy bellos, con rostros de dinosaurios, que cruzan el agua a corriendas, sin hundirse, como Jesús. Los llamamos saltarroyos y los científicos Basiliscus.
Cuando construimos el segundo piso de la casa, nos costó dormir al principio porque extrañabamos el sonido del caudal de agua corriendo por nuestra casa.
El arroyo es del mundo y no solo nuestro, pero el pedacito que pasa por nuestra casa, es de cierta manera el único lugar que no se vende.
Como un restaurante campestre, toda la naturaleza de nuestra casa es parte de nuestra oferta. Las cosas que me asombran, como las iguanas y los monos, son también para el disfrute de los clientes. Utilizo mi ojo experto para señalarle a los turistas extranjeros la fauna que ellos, a primera vista, a menudo no observan.
Pero el arroyo, es el pedacito que pertenece a la casa y no a los clientes. Las tortugas de agua, que una vez casa cinco años se ven, son para nuestro disfrute. Las hazañas de los saltaroyos son parte de mi día, todos los días. Así como nuestros sonidos son parte de la vida de ellos, que duermen sin insomnio y viven sin miedo a la altura de nuestros ojos.
Comentarios
Publicar un comentario