El color del cielo
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El cielo puede ser azul, azul oscuro, negro, rojo, gris y amarillo, pero nunca verde. Cambia con el día y durante el día.
El cielo de Macalester yo lo veo azul, pero no es un azul claro y calmante como en las playas de Cartagena, o celeste y tenue como bajo los árboles de Turbaco (Colombia), sino un azul intenso que me mantiene atento, alerta, venturoso, un poco alegre y de vez en cuando nervioso. Sería capricho decir que mi relación con los colores del cielo va a ser (o ha sido) siempre la misma. Aún siendo el sol constante en su misión de iluminar, nosotros podemos reaccionar a las mismas luces de distintas formas en nuestros propios tiempos, que poco (o todo) tienen que ver con la estación del año y la estación de la vida.
No por falta de cariño, pero no creo que vaya a extrañar el azul invernoso de Macalester. Aunque sé con certeza que el último día antes de mi salida me arropará una manta de nostalgia, y voy a pensar en las mil y una cosas que quise hacer y no hice.
No me queda otra pero hacer debajo de este cielo las 500 cosas, de esas mil, que sí están a mi alcance y para las que tengo el estómago de probar y fallar, y el espacio en el corazón para intentar. Quizás no sólo debajo del cielo, sino también con él, pueda interactuar y danzar mis propios (e indistinguibles) bailes.
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