Memorias de mi abuelo
Cero (Maracaibo, Venezuela):
Después de cinco días en un pueblo, regresaba con la ropa de albañil en el bolso, y los billetes en el bolsillo. Se los entregaba a mi abuela, qué para ese entonces no era abuela, sino "solamente" la madre de tres hijos y una sobrina que era en parte también hija adoptiva. El sábado y el domingo se quedaba en la casa, arreglaba lo que tenía que arreglar, regañaba y más importante; amaba. Todo eso antes de empacar otra vez, a un pueblo de nadie, a construir con la espalda y con sus manos unas cuantas casas que sumaban y hacían crecer a Venezuela.
Uno (Casa de mi tía en Cabudare, Venezuela):
---Ya con varios nietos, nietas y retirado.
El pelo canoso, la mirada gris y la sonrisa genuina.
-Está arreglado- (dijo, con las pinzas en la mano). El caudal de agua fresca, como para retribuirle el favor reapareció generoso, enjuagando sus manos de los residuos de la misma cal que lo había taponeado. Recuerdo la sonrisa de todos después de haber escuchado el sonido del chorro contra el acero.
Dos (Mi casa en Colombia):
-Es que Julio no dice nada. Se queda ahí y no dice nada. Le tengo que decir yo que diga feliz cumpleaños, porque sino, no dice feliz cumpleaños. (mi abuelo escuchando y yo riéndome)
-Abuelito, tú que piensas de lo que dice mi abuela?
(Mi abuela voltea con una sonrisa) -Tu piensas Alan que yo lo molesto mucho?
-Al contrario, soy yo el que la molesta a ella. -Con esa frase, que se quedó en mi memoria para siempre, abrió por fin la boca mi abuelo esa noche.
Tres (La nueva casa de mis abuelos y mi tía, en Colombia):
La pared de la cocina aunque pintada, parecía en obra gris, porque varios de los trazos estaban a medias:
-Tu abuelo pintó esa pared.
-Sí?
Cuatro (Mi casa en Colombia):
-Bueno ya no nos vemos más hasta mitad de año.
-Chao mi nieto, que Dios te bendiga, te cuide y te acompañe por allá. Qué disfrutes. Tú sabes manejar tu tiempo, estudiar pero también relajarte.
-Chao abuelita. Te quiero mucho, bendición.
-Que dios te bendiga mi amor.
-Julio, dile chao a Alan
-Chao mijo.
-Chao abuelito, te quiero mucho. Bendición.
-Julio, dale la bendición.
-Bendición.
-Que dios te bendiga, dile.
-Que dios te bendiga. (sonríe)
(Me voy yendo)
-Alan- Escuché venir de su voz y recibí al instante el abrazó mas fuerte que me han dado. Pude palpar que sacó las fuerzas del corazón para expresarme cariño. Se me aguaron los ojos.
Cinco:
El celular en videollamada, mi abuela me pasa a mi abuelo para que lo salude un momentico:
-Dónde es que estás tú? -Me pregunta él.
-Ahorita en Estados Unidos, pero en mayo regreso. Te quería preguntar, ese río de Coloso, siempre tiene agua? Porque la vez pasada que fuimos no había agua.
-Eso es bello por allá. Tenemos que ir, es fácil ir.
-Pero siempre tiene agua? Porque la vez pasada fuimos y no había agua.
-En los pozos que se forman, uno se puede bañar.
-Pero todo el año?
-Avanzando mas arriba hay agua.
-Por qué la vez pasada no había.
<(La mirada tranquila, como diciendo: 'allá va a haber agua')
-Planeamos el viaje entonces. -le digo.
Seis:
Esas vacaciones me las pasé bastante en la casa de mis abuelos. Me sentaba con mi abuelo, a no hablar de nada. Lástima no fuimos a Coloso, pero teníamos nuestras razones para cuidar a mis abuelitos del mundo exterior. Los miraba comer en la mesita donde almorzaban, y aveces me cambiaba para allá, a pesar del calor cartagenero de mediodía.
-Es que a tu abuelo le gusta comer en este hueco.
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